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Santuario de tiburones

Julia

 

Santuario de tiburones

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  21 de enero 2012

Durante más de 400 millones de años los tiburones han recorrido las aguas oceánicas del planeta. A lo largo de su evolución se han diversificado en cerca de 365 especies en todo tipo de hábitats marinos. Sin embargo, cerca de un tercio de ellas se encuentran amenazadas o en peligro de extinción debido a la sobreexplotación de las poblaciones; de seguir estas tendencias, en las próximas décadas muchas podrían desaparecer.

Los tiburones son depredadores que ocupan los niveles más altos de la cadena trófica marina y, en consecuencia, juegan un papel regulador insustituible de los ecosistemas marinos. Debido a sus características biológicas -crecimiento lento, madurez sexual tardía, limitada producción de crías y gran longevidad- este grupo de especies no resiste la pesca intensiva a la que, durante décadas, han estado sometidos por la demanda de carne y aceite de hígado, pero sobre todo por la gran presión del mercado asiático para la elaboración de sopa de aleta de tiburón que provoca la muerte de alrededor de 73 millones de tiburones anualmente.

México está considerado como uno de los principales países tiburoneros. Se capturan cerca de 26 mil toneladas anuales, principalmente para el mercado interno, de las cuales cuatro de cada cinco provienen del Pacífico y el resto del Golfo de México y Mar Caribe. A pesar de existir una Norma Oficial Mexicana para la pesca responsable de tiburones y rayas, así como un plan de acción nacional para su manejo y conservación, muchas poblaciones de estas especies están fuertemente afectadas como son los comúnmente llamados cazón de ley, tiburón sedoso, puntas negras y chato; incluso el tiburón ballena, el blanco y el peregrino se encuentran en la categoría de amenazadas o en peligro de extinción.

Para evitar el colapso de estas poblaciones previsto por la evidencia científica, deben aplicarse medidas urgentes para ordenar la pesca del tiburón. Ello implica conocer la abundancia del recurso y el esfuerzo pesquero actual, así como desarrollar equipos y artes de pesca sustentables, fortalecer la regulación y las medidas técnicas y administrativas para su manejo, vigilar y aplicar el cumplimiento de la normatividad e, incluso, decretar vedas en las regiones cuyas poblaciones están severamente afectadas. Sólo así podrá lograrse la pesca sustentable de tiburones, es decir, una pesquería que beneficie a miles de familias de pescadores que dependen de este recurso sin perjudicar a sus poblaciones.

Un caso diferente es el del Mar Caribe en donde las poblaciones de tiburones, además de estar en riesgo, desempeñan un papel muy importante para la salud de los ecosistemas marinos más diversos y frágiles que existen: los arrecifes de coral. En este caso las medidas tendrían que ser mucho más ambiciosas respondiendo a la altura de las delicadas condiciones ecológicas de esta región y a su destacada importancia a nivel global.

El gobierno mexicano, mediante un decreto presidencial, debería decretar en las aguas marinas nacionales del Mar Caribe un Santuario de Tiburón. Ésta es una propuesta bien fundada que han venido impulsando varios grupos nacionales e internacionales, investigadores, buzos deportivos y personalidades de diversa índole, así como organizaciones no gubernamentales, entre ellas Pew Environment Group. El objetivo del Santuario es el de recuperar las poblaciones de tiburones y garantizar su conservación en el largo plazo mediante la prohibición de la pesca comercial de tiburón en las aguas de jurisdicción nacional, desde las costas de Holbox en Yucatán hasta la Bahía de Chetumal en Quintana Roo. En Bahamas, Honduras y Palao se decretaron con gran éxito santuarios que abarcan todas las aguas oceánicas de esos países.

No debe soslayarse que esta medida tendría, en el corto plazo, impactos sociales y económicos para las familias de pescadores que dependen de esta actividad. No obstante, éste es un problema con solución viable. El gobierno podría promover inmediatamente, mediante los apoyos económicos necesarios, la reconversión productiva de las actividades que realizan estas familias hacia otras opciones como son el ecoturismo de buceo y observación de tiburones y la pesca deportiva de captura y liberación, las cuales, sin duda, en poco tiempo resultarán mucho más rentables y también sustentables. Existen experiencias muy exitosas con el tiburón ballena, bien conocidas en México por los pescadores locales, que podrían extenderse a otras especies.

La gran diversidad y cantidad de tiburones del Mar Caribe mexicano puede convertir a esta región en uno de los destinos ecoturísticos más importantes del mundo para la convivencia con estas especies marinas. Su protección no sólo es una responsabilidad ineludible de México, sino que esta medida colocaría al país como un líder de la conservación de uno de los grupos más vulnerables de los océanos. Además, las medidas de conservación propuestas son compatibles con el bienestar social. Como bien se dice, los tiburones valen más vivos que muertos.

Fuente: Hemeroteca

 

 

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