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Marcha el PECC

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Marcha el PECC

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  24 de julio 2008

La Comisión Intersecretarial de Cambio Climático, después de decenas de reuniones de trabajo llevadas a cabo en el último año, presentó a consulta pública el borrador del Programa Especial de Cambio Climático (PECC) 2008-2012. El tema ha suscitado ya tanto interés nacional que, a pesar de lo breve de la consulta, se externaron en diversos foros numerosas opiniones de académicos, organizaciones no gubernamentales, legisladores, representantes del sector privado y de las propias instituciones de gobierno, quienes en conjunto enriquecieron el documento original.

El documento se encuentra ahora en un proceso de revisión final para incorporar las diversas aportaciones y sólo faltaría la aprobación del presidente de la República, lo cual sería deseable ocurriera pronto, para permitir echar a andar plenamente este programa antes de que los meses de esta administración se vayan consumiendo y los presupuestos del año próximo queden definidos.

Con esta acción, México será el primer país en vías de desarrollo en contar con un programa riguroso, con metas y plazos concretos, para contribuir a los esfuerzos mundiales para aminorar los impactos negativos que el cambio climático tendrá sobre el planeta. Si bien algunos otros países han elaborado sus propios programas, ninguno establece compromisos claros, con el alcance intersectorial del que propone México.

Independientemente de la importancia global del PECC, lo más relevante es que se trata de un programa que beneficia a México. Cada una de las metas comprometidas conlleva ventajas ambientales, sociales y económicas para el país y para la sociedad mexicana.

El PECC aborda cuatro grandes apartados. El primero tiene que ver con las acciones que el país debe emprender para reducir la vulnerabilidad y los riesgos para el desarrollo derivados del cambio climático, es decir, describe las acciones de adaptación. El segundo se centra en las acciones necesarias para la reducción de emisiones de GEI, relacionadas con la generación y uso de energía, la gestión del suelo y cambio de uso de suelo y a la disposición de desechos, es decir, concreta las acciones de mitigación. El tercero, se refiere a otras acciones transversales que deben fortalecerse para enfrentar este tema, como las de comunicación social, educación, capacitación, investigación, gestión de riesgos y la elaboración de programas estatales. El cuarto y último apartado explica la posición de México en las negociaciones internacionales.

Muchas de las acciones previstas tienen que ver con el manejo productivo sustentable de los recursos naturales, con su conservación, con la mejoría de la calidad del aire, con el ahorro de energía, con la correcta disposición de los desechos sólidos, entre otros temas. El PECC se convierte así en una oportunidad para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones rurales y urbanas y en un promotor de nuevas fuentes de ingreso y de empleo.

El programa es resultado de un proceso de trabajo intersecretarial en el que las instituciones del gobierno federal comprometen metas concretas para ejecutarse durante el resto del periodo de esta administración. No obstante, a pesar de ser una responsabilidad del gobierno federal, será necesaria la concurrencia de los gobiernos de los estados y de la sociedad para que las acciones logren su objetivo. El problema del cambio climático es de tal alcance y complejidad que, sin duda, es tarea de todos los mexicanos.

El PECC contiene muchos avances, y aunque se ha expresado que le falta mayor compromiso para representar el mejor esfuerzo nacional posible, con lo cual coincido, lo más importante es que nazca de inmediato y detone los procesos contenidos en él. Seguro que, una vez arrancado el PECC, desencadenará sinergias positivas entre los diferentes sectores y entre quienes le entraron con timidez, e incluso convocará a movilizar los apoyos económicos internacionales que lo harán crecer. Por ello deberá considerarse un documento en constante construcción, no un documento acabado, que tendrá que ser objeto de revisión permanente para ajustarlo y mejorarlo. Sería muy sano tener nuevos procesos de consulta año con año, para el seguimiento e incremento de metas, en los periodos previos a la definición y negociación de los presupuestos anuales.

Las consultas con la participación de la sociedad permitirían, además, el escrutinio público de un programa de alta prioridad nacional, y en el proceso convertirlo en una política pública de largo plazo, en una política de Estado.

Lo peor que podría pasarle al PECC es quedar atrapado y empantanado, por un lado, entre quienes buscan mayores compromisos por parte de las instituciones (lo cual sería muy deseable) y, por otro, quienes sienten que los compromisos van a perjudicar sus intereses (lo cual es inadmisible), y se almacene en los cajones de la burocracia. Se trata de un programa de interés público y de beneficio nacional.

El PECC puede convertirse, con el tiempo, en una verdadera agenda concreta para el desarrollo sustentable, transversal e integrada. Ojalá que el cambio climático, más allá de sus estragos, nos deje al menos una lección respecto a cómo enfrentar el quehacer nacional y definir las políticas públicas que nuestro país necesita con urgencia.

 

 

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