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Universidad Veracruzana, cerrar filas en torno a ella

Cerrar filas en torno de la Universidad Veracruzana

Édgar González Gaudiano  ||  La Jornada Veracruz  ||  9 de febrero 2016

Desde hace algunos años se ha venido instrumentando un ataque en contra de la educación pública. Un ataque en el que se pretende convertir a la educación, que es un derecho universal inalienable, en una mercancía. Lo anterior puede observarse prácticamente en todos los niveles educativos, pero adquiere una singular expresión en el caso de la universidad.

Para este nivel educativo, básico para el desarrollo del país, se ha estado aplicando una escalada sin precedente alguno en la que se desmantela el modelo universitario sustentado en sus tres funciones principales: la docencia, la investigación y la difusión de la cultura, para dar paso a otro que reside en la formación de recursos humanos y la gestión administrativa. Un modelo de raigambre neoliberal en el que la educación debe someterse a la libre competencia y por lo tanto, sus servicios educativos deben sujetarse al «libre» juego de las fuerzas del mercado.

En nuestro país, la estrategia aplicada es compleja y comprende acciones en diversos ámbitos como la planeación y la evaluación, pero con una clara expresión en la reducción del presupuesto para el cabal cumplimento de las responsabilidades universitarias. En los hechos se trata de un estrangulamiento financiero que erosiona gravemente las posibilidades de crecimiento y de mejoramiento de la calidad de los centros educativos públicos, al mismo tiempo que otorga facilidades a la creación de instituciones privadas de dudosa reputación académica, y canaliza recursos a través de becas para que estudiantes puedan cursar estudios en universidades privadas de tradición empresarial que no impulsan la investigación, ni les interesa la creación de cultura. Una incursión a gran escala de ciertas universidades privadas que durante muchos años habían tenido influencia local y regional para expandirse a lo largo y ancho de todo el país.

Sin embargo, en ninguna otra parte de la república mexicana se ha observado la puesta en marcha de esta escalada de una manera tan torpe y tan agresiva como en el estado de Veracruz durante los últimos años. Se trata de una pretensión de avasallamiento de la joven autonomía de la Universidad Veracruzana para que se incline ante los fines aviesos de un grupo decadente que ha conducido al estado de Veracruz a una situación de desastre económico, ambiental y político.

La violencia ejercida por el gobierno del estado de Veracruz contra la Universidad Veracruzana la ha llevado a una severa crisis financiera al reducirle ilegalmente el financiamiento público, al retenerle ilegalmente recursos federales, al imponerle ilegalmente restricciones y retrasos, al obligarla ilegalmente a operar en la precariedad y la penuria, violando con todo ello el estado de derecho.

Un estado de derecho es aquel en el que todos los miembros de una sociedad se rigen por leyes e instituciones establecidas de manera democrática, que garantizan los derechos individuales y colectivos aplicando las leyes con equidad. Pero cuando los gobernantes y funcionarios encargados de hacer cumplir las normas del estado de derecho son los primeros en violarlas sin consecuencias para sus actos, entramos en el terreno de un ejercicio despótico de la autoridad.

La Universidad Veracruzana ha demandado al gobierno del estado de Veracruz por la retención ilegal de su financiamiento público de años previos y ha solicitado un amparo ante una reducción presupuestal impuesta por un congreso sumiso y obsecuente en el ejercicio de 2016, de casi 250 millones de pesos, lo que afectaría seriamente sus tareas académicas.

Es el momento de cerrar filas. Con estas valientes acciones emprendidas por la rectora ante la actitud cínica, mendaz y taimada del gobierno del estado de Veracruz, los ataques se incrementarán.

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