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Día de la Tierra: qué hacer personalmente

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Día de la Tierra: qué hacer personalmente

José Sarukhán Kermez  ǀǀ  El Universal  ǀǀ  01 de mayo de 2015

Conmemoramos una vez más el Día de la Tierra, instituido en 1970, primero por la ONU y luego en EU organizado por Dennis Hayes, hasta que se hizo un día internacional en 1990. Una acción en relación a esto que hay que celebrar, es el anuncio hecho por el presidente Peña Nieto sobre las acciones de protección de la Vaquita Marina (¡por fin!) y de regulación de las pesquerías del alto Golfo de California.

Pero, ¿qué acciones puede uno tomar como individuo —influyendo en su entorno familiar y social con ello— que tengan efectos reales? Aquí van algunas sugerencias:

1.—Aunque sé que no les gustará a mis amigos dedicados a la ganadería, reducir el consumo de carne de res seriamente; esto no sólo es bueno ambientalmente por el enorme costo de emisiones de gases de invernadero y de agua que significa la producción de carne de res, sino también es una excelente idea desde el punto de vista de la salud humana.

2.—Si vive en una casa propia y tiene los recursos para ello, instale: a) paneles de celdas fotovoltaicas en el techo de su casa, lo que reducirá grandemente la demanda de energía producida mayoritariamente con combustibles fósiles; los paneles solares han bajado su costo dramáticamente y lo seguirán haciendo; la segunda parte de esta acción es que reduzca sus demandas de electricidad con aparatos más eficientes, focos de bajo consumo, el uso de mosquiteros para mantener abiertas las ventanas de su casa y así ventilarla naturalmente sin aires acondicionados o ventiladores eléctricos y aislándola para no requerir calefacción en el invierno; y b) instale colectores solares (que son aun más baratos que los paneles de celdas fotovoltaicas) para calentar el agua de su casa; con ello reducirá fácilmente 80% de su consumo de gas y consecuentemente de la emisión de CO2. Para que esto funcione en un mayor número de familias, sería necesario que el gobierno federal, en colaboración con los estatales, ofrezca subsidios fiscales a quienes producen estos equipos y a quienes los instalan en sus hogares.

3.—Si puede, viva cerca de su trabajo (yo me cambiaré de casa dentro de poco, más al sur de la ciudad), use transporte público, camine al trabajo o vaya en bicicleta si todo esto es posible. Pero va un lugar común en este tema: si no hay un sistema de transporte público bien diseñado, confiable y atractivo, es muy difícil lograr esta tarea fundamental para vivir civilizadamente en las grandes ciudades del mundo.

4.—Los autos no son caballerizas. No elija su auto por el caballaje del motor, pues entre más equinos, requerirá más gasolina para alimentarlos. No se queje del precio de la gasolina en México, ni la compare con una de las gasolinas más subsidiadas (por el bajísimo impuesto) que es la de Estados Unidos. Si quiere comparar, hágalo con la europea. Si puede, cambie su auto por uno con un alto rendimiento de gasolina o, mejor aún, por uno híbrido; de nueva cuenta, si el gobierno federal y los estatales no estimulan la presencia y venta de autos híbridos en México, la transición a este tipo de vehículos será lentísima, y mientras no se ofrezca electricidad generada por energía renovable, resulta muy difícil calcular las ventajas energéticas reales de poseer un auto eléctrico.

5.—Finalmente, infórmese bien sobre los temas ambientales y conviértase en un consumidor inteligente sobre lo que compra y usa en función de su necesidad real y el impacto ambiental de los productos, volviéndose un consumidor influyente sobre el comercio e industria. La diferencia entre 1970 y ahora es que la cantidad y la calidad de la información disponible a quienes tenemos interés sobre el tema ambiental es incomparablemente mayor, porque responsabilidad la tenemos todos.

 

 

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