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Copa 19 y COP 16

Julia

 

Copa 19 y COP 16

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  26 de junio 2010

El día de hoy inicia la segunda ronda de partidos de la Copa Mundial de Futbol después de que 16 equipos no pasaron el primer filtro y regresaron a sus países con sabor a derrota. Aprovechando la euforia futbolera, no cae mal conocer algunos datos sobre el medio ambiente en los otros 16 países cuyas selecciones se encuentran aún en la cancha.

Se trata de siete países del continente americano (Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Paraguay y Uruguay), un africano (Ghana), dos asiáticos (Corea del Sur y Japón) y seis europeos (Alemania, Eslovaquia, España, Holanda, Inglaterra, Portugal). A pesar de que éstos ocupan 15% de la superficie terrestre del planeta y representan 16% de la población mundial, con cerca de mil 100 millones de habitantes, en conjunto emiten 35% de los gases efecto invernadero (GEI) mundiales que provocan el fenómeno antropogénico del cambio climático (se utilizan datos de 2005).

Sin embargo, las diferencias entre estos países son monumentales. Cuatro de ellos (Alemania, Brasil, Estados Unidos y Japón) generan, por sí solos, 28% de las emisiones de GEI totales, mientras que los 12 restantes aportan sólo 7%. Entre este grupo de seleccionados se encuentra, en un extremo, Estados Unidos, que ocupa el segundo lugar de emisiones de GEI del mundo, ya que es responsable de 15% de las mismas (hasta el año 2000 ocupaba el primer lugar, pero fue superado por China). En el otro extremo está uno de los países que menos emisiones genera, Ghana, pues sólo aporta 0.05% de estos GEI. En tanto que el primero tiene uno de los mayores ingresos anuales per cápita del mundo (42 mil dólares), los del otro son apenas de mil 420 dólares anuales. Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH), Estados Unidos se ubica en el decimotercer lugar mundial y Ghana en el lugar 152.

Debido a que los patrones de consumo y producción son altamente demandantes de energía en los países desarrollados, las emisiones per cápita de este grupo con respecto a aquellos en vías de desarrollo son también ofensivamente desiguales. Nuevamente vale el ejemplo de los dos países extremos del grupo. Estados Unidos tiene un promedio de emisiones anuales per cápita de 23.1 toneladas de bióxido de carbono equivalente (tCO2e), uno de los más altos del mundo, mientras que el promedio por habitante en Ghana es de sólo 1.4 tCO2e, lo cual lo coloca entre los valores más bajos del planeta.

Chile, México y Paraguay se ubican por debajo del valor medio mundial de GEI per cápita (4.8, 5.5 y 6.6 tCO2e); por su parte, los países con un IDH alto (Alemania, España, Holanda, Inglaterra, Japón), los cuales tienen ingresos anuales, por persona, de entre 27 y 36 mil dólares, generan de 10 a 13.7 tCO2e por habitante.

La tendencia señalada de que altos ingresos per cápita y altos IDH van acompañados de altos valores de emisiones de GEI por persona se rompe -en el caso de este grupo de países- con Brasil, el cual ocupa el cuarto lugar mundial en la generación de emisiones totales de GEI; tiene un valor de emisiones por habitante de 15 tCO2e anuales; y ocupa el lugar 75 en el rango del IDH mundial. Se trata de uno de los países que más contribuye al calentamiento de la atmósfera, aunque, por sus niveles de desarrollo, no tiene compromisos adquiridos en el Protocolo de Kioto para reducir emisiones. La fuente de emisiones en este caso es principalmente la quema de vegetación para deforestar tierras con ecosistemas naturales y destinarlas a cultivos agrícolas o a la ganadería. Esto, además de incrementar el problema del cambio climático global, provoca efectos muy nocivos para la conservación de la biodiversidad. Brasil es el país que tiene en su territorio el mayor número de especies animales y vegetales del mundo, y muchas de ellas son endémicas. La deforestación provoca la pérdida de esta biodiversidad e incluso la extinción de especies, lo cual es un fenómeno irreversible.

Durante las siguientes dos semanas una buena parte de la población mundial estará atenta a la disputa por la Copa Mundial de Futbol. Se enfrentarán algunos de los países más ricos y contaminadores del mundo con algunos de los más pobres, que si bien no contribuyen al problema del cambio climático, sí sufrirán las consecuencias de este fenómeno antropogénico. Dentro de cinco meses estos países y alrededor de otros 170 más estarán en otra disputa, la de la COP 16 sobre cambio climático. Sin duda la atención a este tema no será, ni por asomo, semejante a la del Mundial de Futbol, pero los equipos negociadores deberán prepararse tanto como lo hicieron las selecciones nacionales para esta Copa. Si Estados Unidos sorprendió en su último juego, esperamos que también lo haga en la COP y que Brasil, quien hasta ahora ha estado muy relajado en la cancha, realice un mayor esfuerzo en la COP comprometiéndose a reducir sus emisiones. Ojalá y así logremos goles espectaculares, con acuerdos sustantivos de largo plazo, por el bien del mundo y de las presentes y futuras generaciones.

Fuente:
Hemeroteca

 

 

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